sábado, 6 de febrero de 2010

Amistad

Esta vida líquida, nómada, posfordista, biopolítica, de empresa total... Esta sociedad de redes, de Imperio, de asimetrías, del riesgo, del espectáculo... este simulacro de realidad... acúdase a la etiqueta filosófica que se quiera para definir o criticar al presente, dígase lo que se diga: que cada vez la violencia metafisica es mayor, que el capitalismo permea nuestras células, que la Naturaleza aguanta ya asmática nuestra presión... vale, reconocida la sombra, pero al menos en mi entorno hay una buena nueva: las mujeres al reproducirnos menos cultivamos más la amistad.
Antes, la despedida de soltera era una despedida de las amigas, de aquellas pocas niñas que te acompañaban al baile y la escuela hasta que con diecisiete años te casabas y desaparecías socialmente. La amistad duraba lo que duraba la soltería. Una vez casadas las mujeres colmaban (con suerte) su vida afectiva con criaturas, maridos y cuñadas. Cinco hijos más un Patrix que te ponía el cuerpo mahuriento de no dejarte salir de casa acababan con las amistades más tiernas. Los hombres sufrían algo parecido, pues el trabajar como mulas de carga y el esparcimiento del chigre poco espacio dejaban para las amistades profundas, algo más propio de señoritos ociosos..
Eramos más animales, nuestro amor se volcaban en quienes llevasen un tantito de nuestro ADN. Hoy, por razones económicas, tecnológicas, de cultura de ocio e incluso feministas de larga explicación, las mujeres tenemos la hermosa oportunidad disfrutar de una familia de amistades.
La amistad está siendo la familia del siglo XXI y hay algo libertario, revolucionario y humanista en ese querer a seres que no llevan tu genética, a gente de su madre y de su padre y en principio nada tuyo, pero que con el tiempo se convierten en algo tan íntimo como una pareja, un padre o una hermana.

Poema. A juicio.

A JUICIO

Las criaturas se nos violentan, deprimen,
sodomizan y se graban.
Preocupa la obesidad infantil.
Todos responsables
por pensamiento, palabra,
voto,
obra u omisión
de esta cría de gansos,
de este foie-grass infantil
que debería explotar
en la cara de gobernantes y emprendedores.
Más autopistas y cementos para seguir engordando
cuentas corrientes,
las únicas perras con libertad para correr en esta tierra.
A qué aire salen a quemar grasa
nuestras criaturas
a fin de qué nicho de cemento se van a mover
nuestras criaturas
si sólo hay edificios, coches, coches y más coches,
si cada parque nuevo cementado acorralado de carreteras
es una broma de mal gusto,
por más que se pinten de colores los caballitos de madera.
Si no hay donde jugar al escondite,
atar la goma,
oler frescamente la luz de la luna.
Si no hay donde buscar tesoros,
acampar de noche
matar sanamente el tiempo que huye.
Qué tiempo.
Criaturas en sillas de paseo a ras de tubo de escape,
seres para el cáncer de pulmón.
Deberían llevarnos a juicio.
A juicio, a santo juicio,
porque somos todos pederastas,
culpables de joder a la infancia.