martes, 12 de enero de 2010

violencia machista en el curro. Caso real.

Patricia: El año pasado que estuve en el otro lado, era un infierno. El jefe... El jefe era un psicópata, ojo que valía el tío para el negocio... era super majo, tenía mucha energía, no paraba, tenía mucho aquél con los clientes, andaban todas las mozas babeando por él. A mí al principio me pareció genial, muy trabajador, pero al mes o así... Ya la mujer, un tía guapetona, rubia, potente, ya veía yo que era muy insegura, estaba destrozada, se veía siempre fea, inútil... la había destrozado el capullo. Era violento, agresivo, manipulador... fíjate que yo soy una tía fuerte y para pedir mi día libre, que era mío, ojo, que no me daba nada, tenía que mirar si habían ganado el Sporting y el Barcelona, porque si no... Soy fuerte, tengo conciencia política y de tal... y mira, pensaba: “vamos a ver que tal viene hoy éste para poder entrarle”. Era él entrar en la cocina y nos poníamos tiesas, si venía bien era majísmo pero a veces pasaba días sin dirigirte la palabra y eso era casi peor que cuando gruñía... Y si al Barcelona le ganaba al Bilbao, entonces ya no podía dirigirle la palabra. Yo no soy una mindundi y me pasaba tres días pensando para pedirle el día.
Públicamente era majísimo siempre de bromas pero cuando había algo que le decía algún cliente que no le cuadraba, le seguía sonriendo (hace mueca imitándolo) pero entraba en la cocina soltando cagamentos y rompiendo cosas. Pasaba miedo, tía, gritaba, insultaba, rompía cosas. De romperme platos ya para servir y tener nosotras que volver a cocinarlos. Ya no aguantaba más, mi madre me lo decía incluso, que me fuera.
A mí directamente no me decía nada pero siempre se estaba metiendo con los vascos, con los gays, las lesbianas, era un racista de mierda y hacía comentarios machistas y racistas, sobre todo por mí, para faltarme el respeto. Directamente nunca me dijo que yo fuera una mierda, pero las voces, romper cosas en la cocina que yo había hecho, su tono de voz, las bromitas, el desprecio con que me miraba y hablaba... al principio encantador, ya te digo.
Trabajaba acojonada, te va minando y tú luego te sientes una mierda, y es que además las mujeres nos lo creemos, el sentimiento de culpa las mujeres lo tenemos más que otra cosa. Te anulan, te hacen sentir mierda.... la novia estaba igual.
Me engañó, era un encanto, pero a los cuatro días... Estuve tres meses, casi muero (silencio) Las bromitas, por ejemplo, si quería que yo saliera de la cocina a hablar con algún cliente decía: “Patri, sal un momento que te quito el candado”. Bromas así todo el tiempo, y rompiendo cosas, en público muy majo pero luego en la cocina...
Un día me dijo: “¿las croquetas, están de una puta vez?” y yo le dije: “qué croquetas, no me pediste croquetas”. Me dijo muy agresivo si estaba sorda. Pero es que de verdad, te lo juro, que no me las había pedido, así que luego le pregunté a la hermana que también estaba en cocina: “¿tú le oíste pedirme las croquetas?”. Y la hermana no me contestaba, y yo: “que si le oíste” y ella nada, y venga otra vez, “que oye te he hecho una pregunta” y ella no me contestaba. No se atrevía a decirme la verdad, que él no me había pedido las croquetas, porque le tenía miedo.
[...]Tenía que pasar alguien por allí que lo viera por una mirilla, una inspección de trabajo o algo, algo que pudiera poner a ese tío en su sitio... pero qué haces, si tras de ti hay cuarenta, si no te gusta te vas y punto. Es lo que hay amiguina, no te compensa armar lío, quién te va a escuchar... ¿Zapatero? ¿Super ZP va a venir salvarte? (Ríe) No hija, no, no son así las cosas, aunque bien mirado, a mí el ZP me pone un punto, sí, sí que me rescate él en plan con capa y todo... (risas
).

Palabras textuales de una curranta acorralada. Menos mal que CCOO y UGT y ZP vendrán a salvarnos.

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